RESEÑA
Lockhart, James. LOS NAHUAS DESPUÉS DE LA CONQUISTA. Historia social y cultural de los indios del México Central del siglo XVI al XVIII.
Este libro presenta un estudio temático sobre la situación de los nahuas no sólo después de la conquista sino también, en algunos capítulos, el autor habla del tiempo anterior a ésta. Este estudio tiene un claro enfoque desde la visión indígena; es decir, los indígenas son un grupo autónomo, incluso después de la conquista, que es estudiado en sus propios términos. A continuación se hará un pequeño análisis sobre las fuentes utilizadas por el autor y los temas tratados a lo largo del libro para finalizar con una breve opinión personal.
Fuentes e implicaciones de éstas en el estudio
El tipo de fuentes utilizadas por el autor pueden dividirse en dos grupos diferentes: las fuentes primarias (archivos, códices, colecciones, actas, censos, testamentos, relaciones, vocabularios, anales, etc.) que son la mayoría; y las fuentes secundarias que se han encargado de dar algunas interpretaciones a lo que las fuentes primarias antes mencionadas dicen.
De igual forma, esta clasificación también se presta para diferenciar las fuentes en lengua indígena de las fuentes escritas en otros idiomas.
La utilización, por parte del autor, de fuentes en náhuatl tiene varias implicaciones. Lo primero es que le da al estudio realizado un carácter objetivo que no muchas investigaciones sobre el tema pueden lograr. Segundo, encaja esta preocupación por las fuentes en náhuatl con el interés que desde el comienzo del libro el autor plantea: hacer una historia de los nahuas desde la postura y el enfoque nahuas. Tercero, al trabajar en su gran mayoría con este tipo de fuentes deja relegada un poco la situación de los españoles durante la conquista. El marco de referencia no está centrado en ellos sino en los indígenas. Es por eso que el autor sólo de forma superficial y breve comenta algunos de los cambios sufridos por los españoles durante la conquista y la colonia mientras que se extiende y estudia sistemáticamente la situación y las repercusiones que sobre los indígenas tuvo la conquista y la colonia. Cuarto, a pesar de que poco lo menciona, el autor, a través de este libro, hace una lucha contra aquellos que dicen que los indígenas dejaron de serlo al ser absorbidos por la sociedad invasora. Lockhart muestra claramente cómo los nahuas han logrado mantener muchos de sus aspectos característicos, consiguiendo adaptarse a la situación del cambiante mundo que los rodea.
Breve Resumen
El autor, a través del libro, trata ocho temas básicos que encierra en cada capítulo: el altépetl, la vivienda doméstica, la diferenciación social, la tierra y el modo de vida, la vida religiosa, la lengua, las formas de escritura y las formas de expresión. Todos estos temas son enfocados de forma semejante: cómo eran antes de la conquista, cómo se fueron desarrollando a partir de la llegada de los invasores españoles y en qué terminaron convirtiéndose al final del período colonial. De igual forma, a la hora de explicar la forma en que influyó la presencia extranjera en los parámetros prehispánicos, al autor define tres grandes etapas, caracterizada cada una por ciertos cambios que fueron comunes a casi todos los campos antes mencionados.
La primera etapa, definida temporalmente entre 1519 y 1540-1550, se caracteriza porque, a pesar de grandes revoluciones, reorientaciones y catástrofes, fue poco lo que cambió en los conceptos, técnicas o modos de organización nahua. La segunda etapa,, de mayor duración (1540-1550 a 1640-1650), se caracteriza por la penetración de algunos elementos españoles en todos los aspectos de la vida nahua, pero con limitaciones y a menudo con adiciones discretas dentro de un marco indígena relativamente sin cambios. La tercera etapa, que va desde el final de la segunda hasta la independencia de México y, en muchos aspectos, hasta nuestros días, en la que los nahuas adoptaron una nueva oleada de elementos españoles que a menudo afectaron fuertemente el marco de la técnica y la organización, llevando en algunos casos a una verdadera amalgama de las dos tradiciones.
Estas tres etapas están condicionadas por varios factores que el autor expone y explica a través del libro. Inicialmente, la influencia de los españoles sobre los nahuas no tuvo la magnitud que muchos le atribuyen, ya que los nativos no tuvieron mucho contacto inicial con los invasores; además, existían entre los españoles e indígenas ciertas semejanzas que hicieron que los cambios no fueran tan bruscos ni traumáticos. Esto produjo también que el punto de vista general de cada parte se centrara más en su propia sociedad y cultura, con un punto de vista simplificado, unidimensional y superficial de la otra parte. Es decir, para los nahuas las nuevas estructuras que venían a imponer los españoles no fueron más que adaptaciones de estructuras para ellos ya conocidas y que, a pesar de tener un nombre español, eran interpretadas desde un punto totalmente indígena. Esto lo denomina el autor la Doble Identidad Equivocada, por la que cada una de las partes consideraba que una determinada forma o concepto es en esencia ya conocido y que opera en gran medida de la misma manera que en su propia tradición y difícilmente cada parte se entera de la interpretación de la otra. Así, los patrones nahuas podían continuar por tiempo indefinido con una apariencia superficialmente hispana que a veces no era más que un nombre.
A continuación se hará un breve recorrido por los temas más importantes tratados en este libro, describiendo las características de cada uno de ellos a través de las tres etapas que sugiere el autor.
En primer lugar, el autor menciona el altépetl, que él mismo define como estado étnico predominante antes de la conquista y que consistía en una organización de personas que tenían el dominio de un determinado territorio; era independiente de las demás unidades pero, al mismo tiempo, podía unirse a otras semejantes a sí para formar un altépetl complejo. Esto lo llama el autor organización celular o modular.
El altépetl funcionó como constructor de identidad local; tenía un templo principal encabezado por su deidad específica, como símbolo de su soberanía, y un mercado central. Sobre esta estructura los españoles se apoyaron; así, el altépetl continuó funcionando durante la colonia aunque sufrió algunos cambios. Se convirtió en la base de la repartición de encomiendas (que a su vez se convertirían más tarde en repartimientos) y cabildos; de igual manera, las deidades protectoras nahuas de cada altépetl fueron sustituidas por imágenes de santos cristianos. Asimismo, el tlatoani, gobernante del altépetl, se mantuvo aunque su nombre fue variando de la misma manera en que lo hizo el nombre del altépetl. En resumen, la estructura que existía antes de la conquista se mantuvo casi completamente aunque sufriendo algunos cambios en cuanto a la denominación, el origen del gobernante y las deidades o santos que definían su identidad.
En cuanto a la diferenciación social, desde antes de la conquista ya existían en la sociedad nahua una clara diferencia entre nobles y plebeyos, aunque con una gradación que hacía posible que existiera un continuo social. Este sistema social, también existente en España, le permitió a los invasores adaptarse con facilidad y formar parte de él sin necesidad de imponer cambios o reformas bruscas en la organización social nahua.
En el gobierno de los estado locales, siguiendo el esquema de las tres etapas sugerido por el autor, se observa que, a pesar de que hubo cambios en cuanto a denominaciones y territorios gobernados (tamaño, tipo y origen de gobernantes, etc.) hubo cierta continuidad en la organización política. En la primera etapa se mantuvo la imagen del tlatoani y la de los nobles sin mayores cambios. Para la segunda etapa, con la imposición del cabildo, el poder político giro entorno a éste y a un concejo municipal de carácter español, dirigido por un tlatoani y algunos nobles. En la tercera etapa, se observa una fragmentación de los estados locales y salen a relucir formas más idiosincrásicas de tenencia de cargos.
En cuanto a los mecanismos de mano de obra temporal para la explotación de la tierra, durante la primera etapa primó la encomienda en la que todo un estado indígena (altépetl) era asignado a largo plazo a un español. Esto duró hasta aproximadamente 1549 cuando la encomienda fue abolida y en su lugar fue impuesto el repartimiento que, a pesar de no diferir en gran medida de la encomienda, se destaca por que las cuadrillas asignadas eran de menor tamaño y durante breves períodos de tiempo. Ya para la tercera etapa, se imponen los acuerdos informales e individuales entre los españoles y los indios.
Las categorías indígenas de la tenencia de tierra dependían casi totalmente de su dueño y /o de la forma como habían sido apropiadas. Estas categorías eran: el altepetlalli ( o tierra del altépetl), las calpollalli (o tierras del calpolli), los tequitcatlalli (o tierras con obligaciones de tributo), los pillalli (o tierras de los nobles), los callalli (o tierras de la casa), las hueca tlalli (o tierra distante), las huehuetlalli (o tierra antigua o patrimonial) y la tlalcohualli (o tierra comprada). No obstante, en muchas ocasiones, a pesar de existir esta terminología, las tierras no eran claramente diferenciadas y un nombre podía referirse a más de un tipo de tierras.
La tenencia indígena de la tierra siguió siendo un asunto que se regulaba dentro de la comunidad según las normas que en gran medida se derivaban de las del período anterior a la conquista.
En el campo económico, una fuerte base indígena continuó proporcionando la estructura, mientras los artículos y los modos españoles ingresaban rápidamente en todas las actividades, no tanto desplazando sino infiltrándose, interpenetrando y ocupando lugares que ya existían en el esquema cultural indígena. Es importante destacar que nada se libró de la influencia española.
En la vida religiosa, como en otros campos, los patrones ya existentes fueron los que hicieron posible el rápido éxito aparente de los modos españoles. En la sociedad nahua, un dios étnico era una de las principales fuerzas unificadoras del altépetl y su templo era símbolo primario de la soberanía y poder de este último. Las funciones políticas y religiosas estaban sumamente interrelacionadas y amalgamadas, incluso más que en el caso de los españoles.
Siguiendo el modelo de las tres etapas, en la primera se logró imponer la imagen del dios cristiano y del bautismo. Ya para la segunda etapa empezaron a proliferar los santos por cada unidad sociopolítica; en esto las órdenes religiosas jugaron un papel muy importante, ya que éstas estaban estrechamente ligadas con la definición de las entidades sociopolíticas indígenas. Es decir, el acuerdo no se hacía sólo con la Iglesia en general sino con una orden específica que se convertía en una parte integral de la identidad del altépetl. En la tercera etapa, hace aparición la imagen de la Virgen de Guadalupe que asume una importancia nacional y logra cierta unidad ya no local sino regional, alrededor de una imagen religiosa.
De entre todos los campos que estudia el autor, es la lengua la que más claramente presenta las tres etapas. En la primera de ellas es podo el cambió que se percibe. Esto se debe básicamente a que el contacto entre nativos y españoles es pobre y cada una de las partes aún no busca la integración con la otra. Ya para la segunda etapa, empiezan los préstamos de la lengua española a la náhuatl; esencialmente sustantivos. En la tercera etapa predominan los plurales españoles, los sustantivos siguen apareciendo y empiezan a encontrarse verbos prestados que adquieren la terminación –oa.
Para el autor existe también lo que él denomina como una cuarta etapa. Ésta no sustituye a la tercera sino que simplemente es una bifurcación de ésta. Se caracteriza por no ser homogénea en todo el territorio de habla nahua, así como por la aparición de un español fuertemente nahuatlizado, por medio del cual se comunican ciertos grupos nahuas.
A modo de conclusión de esta parte se puede decir que no en todas las dimensiones de la vida nahua se reflejó una evolución en tres etapas con igual claridad. Uno de los factores no mencionados que influyó de forma significativa en estos procesos fue la demografía. Había más españoles que nativos, pero esto no quiere decir que hayan sido los invasores quienes dictaron el proceso, ya que la cultura indígena fue tan importante como la cultura intrusa en la determinación de la forma, secuencia y tiempo de adaptación. Es decir, la influencia no se ejerció en un solo sentido. De igual forma, es importante recordar que cada parte siguió más interesada esencialmente en sus pequeños asuntos y conflictos que en entender al otro.