INTRODUCCIÓN
El presente trabajo
tiene como objetivo llevar a cabo una primera aproximación al análisis de un documento
escrito y, en especial, a un texto literario. Se busca plantear una metodología
que pueda ser aplicable para este tipo de labores y que, al mismo tiempo,
funcione como el mayor aporte de este sucinto texto. Con las herramientas que
se explicarán en renglones ulteriores se pretende también hacer del cuento que
aquí se analiza un escrito exotérico, aprovechando esa capacidad de W. Borchert
para explicar, ex abundantia cordis,
un eviterno sentimiento –como lo es aquel malestar ineluctable que produce la
guerra- en los hombres. Es una aproximación a lo ominoso, lo siniestro del ser
humano desde su dolor, desde lo que quedó después de los bombardeos, desde esa
generación convertida en ruinas y despojos y, a una misma vez, a aquella
esperanza exangüe que prevalece bajo los escombros y que grita, late y se
retuerce por ser escuchada. Asimismo, y dentro de mi intencionalidad consciente
al escribir estas líneas, está presente la necesidad de dar a conocer a este
eximio escritor alemán cuya vida, desafortunadamente corta, logró darle
una imagen y una sensación a su momento histórico; es decir, este trabajo es
también un homenaje a Wolfgang Borchert, a su vida y su obra, a su capacidad
de abrirnos los ojos a una realidad muchas veces distorsionada y desvirtuada,
pero que es, a pesar de la constante negación del hombre a su propia capacidad
de destrucción, una situación -más allá de excogitable– real y repetible, plausible en cada
instante, mortífera para cada uno de nosotros.
El texto está
organizado de la siguiente manera: consta de una parte inicial en la que se
presenta el cuento con que se trabajará (Die
Küchenuhr – El reloj de cocina),
llamando la atención sobre ciertos términos que se destacarán junto con la
palabra que aparece en el texto original en alemán. Se seguirá la traducción
hecha por Yolanda Steffens de la Escuela de Letras de la U. C. V., hecha en el
marco de la cátedra “Traducción Dirigida de Literatura Alemana” y publicada
por FUNDARTE/ Alcaldía de Caracas en 1996. No obstante, y en la medida de lo
posible, se tratará de explicar –a través de las notas al pie- algunas de las
palabras claves y de las posibles acepciones que determinadas palabras puedan
tener y cuyo conocimiento pueda colaborar a una mejor comprensión del texto.
La segunda parte se
centra esencialmente en la contextualización del momento por el que pasaba
Alemania durante el periodo en el cual el cuento fue escrito. Esto como un
segundo frente de enfoque a todo aquello implícito que rodea al cuento y que
hace de él un documento en buena medida críptico por su alta carga simbólica.
Siguiendo la
intención de la segunda parte, la tercera rememora algunas de las palabras más
importantes destacadas en el texto inicial, para llevar a cabo con ellas un
ejercicio de análisis a partir del cuadro semiótico explicado en clase.
Se finalizará este
ensayo dando un panorama global de los elementos que aporta el cuento, que
abarque todo el proceso llevado a cabo y que se detenga, brevemente y como una
manera de no dejar ningún cabo suelto, en la metodología que se usó y en sus
limitaciones y posibilidades para nuevos estudios de índole semejante.
1. El reloj de
Cocina, por Wolfgang Borchert
Ya de lejos lo vieron
acercarse a ellos porque llamaba la atención. Tenía un rostro muy viejo (ein ganz altes Gesicht), pero por su modo de caminar se notaba que sólo tenía veinte años (dass er erst zwanzig war).Y con su rostro de viejo se sentó con ellos
en el banco. Y luego les mostró lo que llevaba en la mano.
Esto era nuestro reloj de cocina (Küchenuhr), dijo, y los miró a cada uno,
a los que estaban sentados en el banco, al sol. Sí, lo encontré. Él se salvó (Sie ist übriggeblieben)[1].
Sostuvo delante de sí un reloj
redondo, blanco como un plato de cocina, y con el dedo tocó las cifras pintadas
en azul.
No tiene ningún valor, dijo
disculpándose, eso lo sé yo también. Tampoco es muy bello. Sólo es un plato,
esmaltado de blanco Pero de todos modos se ven muy bonitas las cifras azules,
me parece. Las manecillas, por supuesto, no
son sino de hojalata. Y ahora no andan. No. Es por dentro que está roto (Innerlich ist sie kaputt)[2], de eso no hay duda. Pero
todavía luce como siempre. Aunque ya no anda.
Con la punta del dedo siguió cuidadosamente
el contorno del reloj-plato (Telleruhr) y dijo en voz baja: Y él se salvó.
Los que estaban en el banco
sentados al sol no lo miraron. Uno se miró los zapatos y la mujer miró su
cochecito de niño. Luego alguien dijo:
¿Usted como que lo perdió todo (alles verloren)?
Sí, sí, dijo él alegremente (freudig). Imagínese, ¡absolutamente
todo! Sólo él está todavía; él se salvó. Y levantó de nuevo el reloj, como si
los demás aún no lo conocieran.
Pero si ya no anda, dijo la
mujer
No, no, eso no. Roto sí está; eso ya lo sé (Kaputt ist sie, das weiss
ich wohl). Pero
aparte de eso está como siempre: blanco y azul. Y les mostró de nuevo su reloj.
Y lo mejor (Und was
das schönste ist), continuó exaltado, no
se lo he contado todavía. Lo mejor (Das Schönste) viene ahora. Imagínense, se paró a las dos y media, justo a las dos y
media, imagínense.
Entonces, seguramente su casa
fue bombardeada a las dos y media, dijo el hombre, y con aire de importancia
sacó el labio inferior hacia adelante. Lo he oído muchas veces (das habe ich schon oft gehört).
Cuando la bomba cae, los relojes se paran. Es por la presión.
Él miró su reloj y meneó la
cabeza como quien está más enterado. No, estimado señor, se equivoca usted. Eso
no tiene nada que ver con las bombas. No. A las dos y media pasaba algo muy
distinto, sólo que usted no lo sabe. Eso es lo gracioso (Das ist nämlich der Witz), que se
haya parado justamente a las dos y media. Y no a las cuatro y cuarto o a las
siete. Porque a las dos y media yo siempre volvía a casa. Quiero decir, de
noche. Casi siempre a las dos y media. Eso es precisamente lo gracioso (Das
ist ja gerade der Witz).
Miró a los otros, pero ellos
habían apartado la vista de él. No los encontró. Se volvió entonces a su reloj,
asintiendo con la cabeza (Da nickte er seiner Uhr zu[3]): Entonces, por supuesto, tenía hambre,
¿verdad? Y siempre iba de inmediato a la cocina. Entonces eran casi siempre las
dos y media. Y luego, pues, llegaba mi madre. Por más cuidado que ponía por
abrir la puerta sin hacer ruido, ella siempre me oía. Y cuando buscaba en la
cocina oscura algo de comer, se prendía de repente la luz. Entonces estaba ella
ahí, con su chaqueta de lana y envuelta en chal rojo. Y descalza. Siempre
descalza. Considerando que nuestra cocina tenía piso de baldosas. Y los ojos
los tenía casi cerrados porque la luz la encandilaba. Porque ya había dormido.
Después de todo, era de noche.
Tan tarde otra vez, decía
[entonces] (So spät wieder, sagte sie dann). Nunca decía más que eso. Sólo: tan tarde
otra vez. Y entones me calentaba la cena y miraba cómo comía. Se refregaba los
pies uno contra otro, porque las baldosas eran tan frías. Nunca se ponía
zapatos de noche. Y se sentaba conmigo hasta que estaba satisfecho. Después,
todavía la oía guardando los platos cuando yo ya había apagado la luz en mi
cuarto. Todas las noches era igual (Jede Nacht war es so). Y casi siempre a las dos
y media. Era completamente natural (selbstverständlich), si siempre lo hacía[4]. Y
nunca dijo más que: tan tarde otra vez. Pero lo decía todas las veces. Y yo creía que eso no terminaría nunca (Und ich dachte, das könnte nie aufhören). Me parecía tan natural. Todo eso. Pues siempre había sido así (Es war doch immer so gewesen).
Por unos instantes hubo
completo silencio en el banco. Entonces él dijo en voz baja: ¿y ahora? Miró a
todos. Pero no los encontró (Aber er fand sie nicht). Entonces se dirigió en voz baja a la redonda faz blanca
y azul del reloj: Ahora sé que era el
paraíso. El verdadero paraíso (Jetzt, jetzt weiss ich, dass es das Paradies war. Das
richtige Paradies).
En el banco reinaba completo
silencio. Luego la mujer preguntó: ¿Y su familia?
Él sonrío confundido: Ah,
¿quiere decir mis padres? Ellos también desaparecieron. Todo desapareció (Alles ist weg). Todo, imagínese. Todo desapareció.
Él sonrió confundido
mirándolos uno tras otro. Pero ellos no lo miraron.
Entonces levantó otra vez el
reloj y rió (und er lachte). Se rió: Solamente él. Él se
salvo. Y lo mejor del caso es que se haya parado justamente a las dos y media.
Justamente a las dos y media.
Después no dijo nada más. Pero
tenía una cara muy vieja. Y el hombre que estaba sentado a su lado se miraba
los zapatos. Pero no veía sus zapatos. Sólo
pensaba todo el tiempo en la palabra paraíso (Er dachte immerzu an das Wort
Paradies).
2.
Contextualización
Para el tiempo que
Wolfgang Borchert escribía este cuento Alemania vivía la fase final de la
Segunda Guerra Mundial. Poco faltaba para la caída definitiva del III Reich; la
victoria y avance de los aliados por el oeste y la derrota de las tropas
alemanas en Rusia definían un cuadro que dejaba como resultado millones de
cuerpos muertos esparcidos entre campos de batalla, ciudades, campos de
concentración y ghettos, más de cuarenta millones de refugiados de guerra repartidos
por todo lo ancho del globo y ruinas por doquier, escombros de lo que alguna
vez habían sido ciudades, puertos y enclaves comerciales. Y, lo más grave de
todo, la certeza de la capacidad de destrucción y autodestrucción que posee el
ser humano; el afán por el exterminio del otro, de la racionalidad puesta al
servicio de los asesinatos en masa, de la tecnología bélica cada vez más
avanzada y más potente, más asesina. Con
razón explicaría Günter Grass años después del final de la guerra, expresando
esa zozobra que había dejado la guerra en el ser humano, la opción que le
quedaba: “Borrarás la Marina / los
cerezos, adormideras y hemorragias nasales, / borrarás también esa bandera
/ y esparcirás sobre los geranios
cenizas”[5].
La Alemania de los
años inmediatamente posteriores a la posguerra se caracteriza por ser una
nación dominada por los vencedores aliados de la guerra. Alemania se encontraba
de nuevo ante un giro de su trayectoria histórica, y en lo hondo de una crisis
más grave que todas las anteriores. En esta ocasión podía decirse de ella que
no era ni siquiera un concepto geográfico. Incluso los límites que se le habían
señalado en Versalles eran totalmente inciertos. Nadie podía predecir cuando
cesaría la ola de refugiados del Este, qué territorios determinaría el
vencedor para ulteriores expulsiones, y ni siquiera si los occidentales
pensaban disminuir también el territorio habitado por alemanes. Como símbolo de
que Alemania había perdido todo derecho a continuar existiendo en el sentido
del Derecho Internacional, el “Gobierno Dönitz” fue encarcelado en la Alemania
Oriental pocas semanas después de la capitulación. Se ordenó el cese de toda
actividad económica que no fuera útil a los Aliados. Inmediatamente comenzó el
desmonte de la industria alemana. La mayoría de los hombres alemanes habían
caído prisioneros de guerra o estaban en las cárceles, las mujeres y los niños
vegetaban de manera precaria con los ahorros que habían logrado salvar de la
guerra o lo poco que conseguían con su trabajo. Cierto que habían muerto las
grandes frases que se habían martillado durante doce años sobre el pueblo
alemán, pero también había muerto toda esperanza.
De esta manera
encontramos una Alemania deshecha, fragmentada, hecha ruinas a la que vuelve
Borchert tras su experiencia como soldado y que plasmará en su más famosa
obra, Draussen vor der Tür, en la que
narra el regreso de un soldado alemán a su Hamburgo natal después de permanecer
tres largos años en el frente oriental (Rusia). Las problemáticas tratadas por
este autor se restringirán a la guerra, a su experiencia personal como opositor
de aquello a lo que lo habían obligado a participar; y es, por eso mismo, cómo
sus escritos adquieren una gran relevancia en el ámbito histórico, ya que
funcionan como documentos cuya intencionalidad, más que apoyar a alguno de los
bandos en conflicto, expresan la tragedia humana, su naturaleza, su dureza y su
pequeña esperanza; son relatos escritos desde el ojo mismo del huracán que la
mayoría de las fuentes sólo nos permite ver desde afuera.
3. Análisis del cuento
Para adentrarnos un
poco en la estructura interna del cuento, voy a utilizar el cuadro semiótico a
través del cual, siguiendo algunos patrones establecidos, intentaré discernir
los polos al interior del texto.
A pesar de no ser
muy largo, el cuento de Borhert permite una amplia gama de posibilidades para
llevar a cabo un análisis a partir del cuadro semiótico; no obstante, para no
hacer más largo este ensayo, sólo trabajaré aquí con dos categorías: la situación y el estado de las cosas después del bombardeo.
La primera hace
alusión a los dos polos extremos dentro de una sociedad humana: la paz, por un
lado, y la guerra, por el otro; sin embargo, no utilizaré aquí el término paz,
sino que, recordando el texto del cuento, haré uso de la palabra paraíso (Paradies).
En cuanto a la
segunda, el estado de las cosas después
del bombardeo, define sus dos extremos como: lo que quedó (übriggeblieben) y lo
que se fue/perdió (“weggegangen / verloren”[6]).
De manera implícitamente
puede observarse en estas dos categorías la presencia del tiempo; es decir, en
ambos casos –si se piensa en el cuento- aparece el antagonismo entre pasado y
presente. A pesar de no trabajarlo desde un cuadro semiótico, este
enfrentamiento / contrariedad la mantendré como trasfondo de mis reflexiones
sobre los términos elegidos y de las conclusiones que éstos permitan sacar.
Antes de comenzar,
quisiera mencionar que no es objeto de este análisis una interpretación de los
símbolos presentes a lo largo del cuento ni, mucho menos, tratar de darle un
sentido unívoco al texto; al ser una ficción, una creación literaria, me veo
impedido a castrarla dándole un solo enfoque; es así como, desde este mismo
punto, pongo de manifiesto la parcialidad de mi análisis y mi intencionalidad.
De esta manera, dejo al lector la última palabra, la interpretación última,
como una manera de liberarlo de la posible impostura que el autor pretenda
realizar sobre él.
La situación
SITUACIÓN (S)
(S1) Paraíso (S2)
Guerra
(-S2) No-Guerra (-S1)
No-Paraíso
ESQUEMA POSITIVO ESQUEMA NEGATIVO
|
Viéndose así el
pasado, el presente queda reducido a una tragedia a la que hay que conformarse.
La guerra ya ha terminado, pero esto no implica que vuelva la paz sino,
justamente, un estado de No-Paraíso (ver cuadro). En este punto se distorsiona
la implicación de Paraíso a partir de la No-Guerra; el espacio para el Paraíso,
tras la guerra, sólo se restringe al pequeño habitáculo de la memoria, una
memoria frágil e idealista que observa el horizonte (o los zapatos, como en el
caso del cuento) sin verlo, sin percatarse de éste, no habiendo ya en el mundo
posibilidad de mejoría tras la gran hecatombe. En esto radica la importancia
del texto que aquí se analiza: muestra con una crudeza, a una misma vez
sencilla y supremamente dolorosa, la sensación de su tiempo; la No-Guerra se
vuelve un estado de vegetación en el que se existe malamente y en donde, reitero,
el Paraíso sólo tiene un lugar en la memoria.
Esa es la Alemania
en la que vive Borchert los últimos años de su vida. Una nación sin esperanza,
invadida, culpada y culpable, cuya mayor fortaleza es la añoranza. Un país en
ruinas, que durante muchos años vivirá alimentándose de una nostalgia por el
tiempo pasado, pero, al mismo tiempo, con la conciencia de cierto conformismo
frente a la situación en la que se vive a diario debido a una guerra que ellos
mismos comenzaron, llevados por la ambición, la inseguridad y la voluntad de
poder que les supo prometer e inspirar un bastardo dictador.
El estado de las
cosas después del bombardeo
El estado de las cosas después del bombardeo (E)
(E1) Lo que quedó (E2)
Lo que se perdió
übriggeblieben weggegangen / verloren
(-E2) Lo que no se perdió (-E1)
Lo que no quedó
nicht weggegangen / nicht verloren nicht übriggeblieben
ESQUEMA
POSITIVO ESQUEMA NEGATIVO
Siguiendo el orden
de ideas planteado sobre el cuadro semiótico de la página anterior, el que aquí
se presenta reitera la imagen de un pasado completo, “paradisíaco”, y un
presente lleno de carencias, entre ellas la que hace referencia a un futuro. No
obstante, en este caso se trasciende un poco la dimensión mental para
desembocar en una preocupación de orden material: se hace referencia a las cosas tras el bombardeo. Es un
recuento de lo material para después, por supuesto, regresar a la idea de lo
que se tiene y se ha perdido.
Este ir y venir de
lo mental a lo material –apto también para un análisis a través de un cuadro
semiótico- junto con la idea-enfrentamiento entre lo pasado y lo presente,
logra, desde mi punto de vista, abarcar el centro de significación del texto
literario con que aquí se trabaja.
El universo se
polariza en torno a esos cuatro términos –dos a cada lado-, convirtiendo la
realidad en un panorama blanco y negro debido al cual los puntos medios se
vuelven inútiles o inexistentes. Es decir, lo que es pasado o perteneciente a
él –en tanto objeto que no ha quedado- no puede ser del presente, sino que su
lugar está en la memoria, entre las ruinas que ya no sirven para nada.
Y asimismo, todo
aquello presente o perteneciente a él –en tanto objeto que sí ha quedado-
conforma una realidad gris, cruda y trágica, que es sólo sobrellevable con una
alta carga de conformismo y una fuerte esperanza (por pequeña que ésta sea)
sostenida en el recuerdo. Pero ese recuerdo es precisamente tan importante porque
es el opuesto de lo que se está viviendo. La añoranza a la madre que le servía
la comida cada noche, la tibieza del hogar, etc., todo ello ha quedado
sepultado, muerto e inerte, ajeno a la realidad cotidiana del protagonista del
cuento.
4. Conclusiones
Como una forma de
sintetizar la información brindada en los cuadros semióticos anteriores y en
líneas previas, presento a continuación un resumen de lo realizado hasta el
momento y algunas de las conclusiones que pueden extraerse de este trabajo.
Cuadro semiótico sintético
La realidad alemana después de la guerra (R)
(R1) Lo pasado (R2) Lo presente
Lo que
se fue Lo
que quedó
El
Paraíso La
Realidad de la Guerra
El
Recuerdo El
Mundo Real
(-R2) Lo no-presente (-R1) Lo no-pasado
Lo que no-quedó Lo
que no-se-fue
La
no-Realidad de la Guerra El
no-Paraíso
El
Mundo no-Real El
no-recuerdo
ESQUEMA POSITIVO ESQUEMA NEGATIVO
Ayudándonos de
este tercer cuadro, podemos observar lo que, desde mi punto de vista, el cuento
aporta para la comprensión de la realidad alemana de ese momento. Es claro que
las posibilidades de interpretación y la multiplicidad de éstas es casi
infinita; es por eso que resalto, una vez más, que este estudio no busca –ni ha
buscado- dejar por sentada ningún tipo de conclusión definitiva en torno a
aquel periodo histórico, sino que, por el contrario, sólo desea poner en
práctica una metodología de estudio y análisis de textos. Lo que se ha llevado
a cabo para desembocar en esta etapa ha sido lo siguiente:
1)
Aproximación a la fuente en sí;
diferenciación de sus palabras claves, su contextualización dentro del texto
mismo y, cuando era necesario, un corto análisis de su naturaleza polisémica a
partir de la comparación con su semejante en alemán.
2)
Contextualización del periodo en
que vivió y escribió el autor su obra; enfoque de las características más
relevantes, para subsumirlas a un fenómeno más amplio, como una forma de darles
sentido[8].
3)
Utilización del cuadro semiótico
para crear ideas y reflexiones en torno al tema. Es decir, se uso aquí esa
herramienta como una forma de llamar la atención sobre ciertos términos que
podrían brindar al lector una fuente de datos para sus reflexiones ulteriores y
su mejor comprensión.
4)
Construcción de un cuadro
semiótico sintético mediante el cual el lector pueda ver los extremos –a partir
de términos constitutivos del texto- del escrito trabajado.
Una vez se ha
llevado a cabo este análisis de la fuente escrita, el investigador puede
disponer de ella para cuestiones más amplias que abarquen un tema histórico
específico. Aquí simplemente he tratado de “dejar lista” la fuente y su
análisis para, con base en ella, trabajar con fuentes analizadas de manera
semejante y, de esta manera, construir un texto integral que brinde aportes
significativos a su campo historiográfico. Este es sólo del comienzo de una
investigación por hacer: qué quedó en la cabeza de los alemanes después de los bombardeos de la
Segunda Guerra Mundial.
Bibliografía
- Borchert, Wolfgang, Die Hundeblume. Erzählungen. Hamburgo, Rowohlt Taschenbuch Verlag, 1996.
- Borchert, Wolfgang, El diente de león y otros cuentos. Traducción de Yolanda Steffens, Claudia Lanza, Alejandro Bruzual y Luis Duno. Caracas, FUNDARTE – Alcaldía de Caracas, 1996.
- Grass, Günter, Escribir después de Auschwitz. Reflexiones sobre Alemania: un escritor hace balance de 35 años. Barcelona, Paidós Asterisco, 1999.
- Manrique, Jorge. Poesía completa. Barcelona, Planeta, 1988.
- Tennbrock, R. H., Historia de Alemania. Padeborn, Max Hueber Verlag, 1968.
[1] sie hace referencia al pronombre personal ella con el que hace alusión al reloj, sustantivo que en alemán es
femenino. Es importante destacar esto porque la imagen de algo femenino puede
hacer alusión a algún otro sustantivo femenino implícito dentro de la idea que
busca expresar el autor; por ejemplo: la esperanza (die Hoffnung), el tiempo (die
Zeit), etc.
El término übriggeblieben hace referencia a lo que quedó sobrando después de
algo; más que haberse salvado, como traduce Steffens, se podría pensar que es
algo que quedó entre las ruinas, un resquicio del pasado, un recuerdo material.
[2] Volviendo a lo planteado en la
nota al pie anterior, se ve que “ésa”(es
decir, el objeto de género femenino al que se refiere el pronombre) ha
permanecido como recuerdo material tras los bombardeos, pero está rota por
dentro.
[3] Esta expresión la traduciría yo como: “Inclinó su cabeza hacia el reloj, asintiendo”
[4] La frase original versa: Das war ganz selbstverständlich, fand ich,
dass sie mir nachts um halb drei in der Küche das Essen machte. Ich fand das ganz selbstverständlich. Sie
tat das ja immer. Yo la traduciría: Era
completamente natural, me parecía, que por las noches, a las dos y media, ella
me hiciera la comida. Me parecía completamente natural. Ella siempre lo hacía.
[5] Citado por el mismo G. G. en: Grass,
G., Escribir después de Auschwitz.
Reflexiones sobre Alemania: un escritor hace balance de 35 años. Barcelona,
Paidós Asterisco, 1999. p. 23. El resaltado es mío.
[6] A pesar de que el participio weggegangen no aparece a lo largo del
texto del cuento, pueden encontrarse sí dos formas semejantes: alles verloren y
alles ist weg, que son, respectivamente,
una forma de expresar una pérdida y algo que se fue; por eso, al
traducirlo, pongo ambos verbos: perderse / irse = se perdió / se fue.
[7] Para no dejarlo en simple
mención, los versos dicen así: “Recuerde [Despierte] el alma dormida, / abive [sic] el seso y despierte/ contemplando / cómo se
pasa la vida, / cómo se viene la muerte / tan callando; / cuán presto [pronto]
se va el plazer [sic], / cómo después de acordado / da dolor, /
cómo, a nuestro parescer [sic], /
cualquiera tiempo pasado / fue mejor”. Primera de las “Coplas que fizo don Jorge
Manrique a la muerte del Maestre de Santiago don Rodrigo Manrique, su padre”,
en: Manrique, Jorge, Poesía completa.
Barcelona, Planeta, 1988. p. 102
[8] Acepto aquí mi intención de
llevar a cabo un análisis historicista
–en términos rankeanos- de lo acaecido. No obstante, creo que es importante
destacar que no fue objeto mío, en ningún momento, hacer funcionar estos eventos –y las
conclusiones que para el caso específico surgieron- como términos metonímicos; es
decir, cada acontecimiento es en sí una totalidad pero no representa, en
miniatura, la totalidad a la que pertenece, sino simplemente la suya propia.