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domingo, 11 de marzo de 2012

RESEÑA: Braun, H., Mataron a Gaitán. Vida pública y violencia urbana en Colombia


RESEÑA: Braun, H., Mataron a Gaitán. Vida pública y violencia urbana en Colombia. Bogotá, Universidad Nacional de Colombia, 1987. 385 Págs.

 
El libro del que se encarga la presente reseña tiene como objetivo hacer un recorrido por la vida de Jor­ge Eliécer Gaitán, tomando como hilo conductor de la narración la cultura política colombiana –vis­ta ésta en perspectiva histórica-, siguiendo las pautas que ofrece la diferenciación entre lo público y lo privado, y entre el “país nacional” y el “país político”.
Para esto, Herbert Braun arranca desde una contextualización de la que se vale no sólo para describir el escenario histórico a través del cual se va desenvolviendo la vida del protagonista del libro, sino que tam­bién lo aprovecha para dar claridad sobre los conceptos de público y privado, y la importancia que im­plica su separación o unión. En el caso colombiano, explica el autor, en el que el orden político he­re­dado “estaba construido sobre un ethos precapitalista” (p. 44) y donde “la base de la vida social era más moral que económica” (p. 44), se planteaba como constante la existencia de una polarización  que era sostenida por una clara diferenciación social, una cultura católica jerarquizante y por el carácter de la economía nacional (que distinguía muy bien a campesinos-productores de industriales-expor­ta­do­res); polarización que puso de un lado a “los políticos” –todo un grupo socioeconómico que buscaba en el ámbito público su reconocimiento y su espacio  de acción- y, en el otro, al “pueblo” –to­dos aque­llos que “estaban fuera del ámbito público” (p. 58).
Con el ascenso de los liberales en 1930, Olaya Herrera buscó formar un gobierno de coalición, al que de­­nominó como Concentración Nacional, y dio inicio a lo que Braun llama un pacto de “convivencia”, en el que los jefes liberales y conservadores se comprometían con una determinada forma de hacer vi­da pública y con un trato más amable entre ellos, a manera de superar los violentos choques par­tidistas del siglo XIX. Esta convivencia, según Braun, experimentó tres fases: (1) De 1930 a 1938, que destacó por la oposición a las propuestas de reforma de Olaya y López, y un acercamiento entre los dirigentes y los dirigidos; (2) 1938-1945, que significó un enfriamiento en las relaciones entre gobernantes y go­ber­­na­dos y (3) la crisis, en la que se conjugaron, por un lado, un endurecimiento de la represión guber­na­mental a las iniciativas sindicales y, por el otro, el crecimiento y consolidación de Gaitán como fi­gu­ra imprescindible dentro del panorama político colombiano.
Tras el capítulo inicial en el que explica lo anteriormente mencionado, se adentra en la vida de Gaitán; divide ésta según etapas de formación y comportamiento dentro de diversos ámbitos, y caracteriza cada una de ellas con apelativos sobre los que se apoya para describir el Gaitán de cada momento. De esta manera encontramos a un Gaitán combativo, teórico, equilibrador y clasista en su primera parte de la vida que abarca desde su nacimiento hasta su formación universitaria; “hombre de en medio”, lo llama Braun en esta etapa, peculiaridad que no sólo sería propia de este comienzo sino que determinaría mucho del significado político y social del caudillo liberal. Luego aparece un Gaitán en buena medida ecléctico, ambivalente, de izquierda y derecha, estadista y jerárquico, que logra conseguir sus primeras posiciones políticas importantes, perfilándose cada vez más como la figura que encarnará los intereses de la pequeña burguesía, de aquella clase media baja con la que el autor identifica su origen, y que jugará un preponderante papel en las elecciones de 1944.
Será ya dentro de la vida pública en la que hará gala de su ambigüedad, en la que usará su cuer­po como arma simbólica de oposición al pacto convivialista, a través de su oratoria y su campaña pro­pa­gandista. Irá acuñando sus frases célebres, convocando a grandes masas al brindarles la oportunidad de sentirse escuchados y representados. Destacará por su búsqueda de un efecto dramático, más que por una consistencia intelectual; y esto conllevará a una redefinición de la dinámica de la vida pública en la que lo privado, lo íntimo, será sacado a relucir como parte de la propuesta política, pero ya no co­mo comportamiento ejemplar o actitud moralizadora, sino como vínculo de unión entre el candidato y los electores.
En la última etapa que Braun define en la vida de Gaitán (1944-1948), se ve que el accionar del caudillo liberal, tras la derrota en las elecciones del ’44, busca nuevos impulsos desde la oposición –aprovechando la división que sufre el partido liberal en ese momento- y, luego de la victoria en las elecciones de 1946, cómo logra ganar adeptos entre los que alguna vez fueron sus enemigos políticos. De esta manera, la base popular se mantiene, aunque ahora acompañada por una serie de políticos aristócratas que ven en el caudillo la única salida para el retorno de su partido al poder.
Puede verse a lo largo de esta descripción de la vida de Gaitán, que Braun centra su atención en el comportamiento de su personaje y lo inscribe en una dinámica histórica más larga que sus años de vida. Muestra de una manera clara y explicativa por qué la figura de este líder con características po­pu­listas causó tanto revuelo en su tiempo, qué significado tuvo dentro de la cultura política colombiana y qué implicaciones trajo en años posteriores.
El libro cuenta con tres capítulos finales en los que el autor se detiene a describir los eventos acaecidos tras la muerte de Gaitán. No centra su interés tanto en los móviles y autores del asesinato, como sí en la reacción del pueblo, al que tratar de identificar y distinguir a partir de los indicios que le proveen su amplio trabajo con fuente oral.
Por último, encontramos en el libro una conclusión en la que habla un poco del significado histórico del bogotazo, sus implicaciones políticas y sociológicas dentro de la sociedad colombiana, así como explica por qué considera que la muerte de Gaitán significó el tiro de gracia que dejó agonizante aquel pacto de convivencia entre los partidos políticos tradicionales.

Es un libro claro, ameno y de fácil lectura que aporta valiosos elementos no sólo a la temática que trabaja, sino también a la forma de enfocar los estudios históricos colombianos acerca de la Colombia de los dos últimos siglos.

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