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lunes, 20 de febrero de 2012

RESEÑA: La Independencia, parte del libro HISTORIA DE COLOMBIA PARA LA ENSEÑANZA SECUNDARIA, escrito por J. M. Henao y G. Arrubla. pp. 339-493


La presente reseña busca dar un panorama general de lo escrito en una parte determinada del libro arriba mencionado, al mismo tiempo que se interesa por exponer una crítica a la manera como está narrada allí la “historia de la independencia colombiana”. No se encuentra entre mis objetivos el de repetir lo dicho por Henao y Arrubla –no por pereza, sino porque considero que ha sido repetida en muchos libros y durante muchos años ha prevalecido como versión oficial de lo ocurrido-, sino, haciendo nuevamente hincapié en esto, el de analizar el tipo de historia que quieren construir y, si es posible, tratar de averiguar sus intenciones y objetivos al haberlo hecho de aquella forma.
La Independencia es una de las partes que conforman el clásico libro de estos dos autores-historiadores, escrito durante las primeras décadas del siglo XX, como una forma de elaborar (y reelaborar) el pasado colombiano y el de sus figuras ilustres y patriotas. Está dividida en ocho capítulos que comprenden el periodo 1810 – 1819.  Los cinco primeros capítulos exponen larga y detalladamente los sucesos acontecidos en el Nuevo Reino de Granada desde 1810 hasta la Reconquista española –a cargo de P. Morillo. Habla de las primeras intenciones de autonomía criolla que progresivamente fueron pasando desde un intento por el mejoramiento de las condiciones de gobierno sin independencia de la Corona española hasta el surgimiento de la convicción de una independencia absoluta de España y de su monarca. Hace hincapié en la idea de la Patria Boba           –periodo de conflictos intestinos entre las diferentes tendencias independentistas criollas- y en la figura de los primeros patriotas que se destacaron en esta campaña (Nariño, Carbonell, Torres, Caldas, etc.). El sexto y séptimo capítulo lo dedican  a describir el proceso de Reconquista a cargo de Morillo y Sámano, los ajusticiamientos en serie, la valentía de los héroes y heroínas asesinados y la organización de un ejército de resistencia en el Casanare que luego se convertiría en aquel que daría la independencia a la Nueva Granada; finaliza este asunto con una lista de 372 nombres de ejecutados por el régimen de terror de Morillo, mencionando de paso que éstos no fueron los únicos, pero que dan una idea del valor de los asesinos.
El último capítulo describe la campaña libertadora de 1819, a la cabeza de S. Bolívar, que culmina con la emancipación de la Nueva Granada y una primera organización en torno a autoridades militares criollas.
Este texto se caracteriza por constantes y largas descripciones de la situaciones, las costumbres, los atavíos y el medio físico en el que se fueron desenvolviendo los hechos que narra. Siguiendo una fuerte tendencia positivista, se detienen únicamente en lo que consideran como lo que realmente ocurrió (o como diría Ranke wie es eigentlich gewesen), pero sin ningún tipo de análisis en profundidad ni crítica externa o interna de fuentes primarias, intercambiando rigurosidad por anécdotas y apologías a figuras patrias cuya importancia como valor de identidad nacional se empeñan en mantener y enaltecer. Diciéndolo en términos metafóricos, este escrito es una especie de amplísimo océano de datos, de veinte milímetros de profundidad.
No hay en ningún momento un afán por analizar intencionalidades de forma clara y sistemática y más que seres humanos alguna vez vivos, las personas mencionadas a lo largo de la narración parecen más personajes de una larga y tediosa novela costumbrista del siglo XIX en la que hay un bando de buenos y otro de malos, ambos luchan entre sí, terminando con un emotivo final donde el bien prevalece sobre el mal y la perversión del enemigo.
Otro punto crítico a lo largo del libro es la importancia que le dan a los personajes-individuos en el desarrollo de las diferentes acciones: son ellos –y casi se podría decir que únicamente ellos solos- los hacedores de las grandes y valerosas acciones, como si no existiera una participación activa de una buena cantidad de anónimos, y como si la historia la construyeran un par de personas mientras que los demás simplemente observaran. Al mismo tiempo, no hay mención alguna de la población mestiza como etnia numerosa y activa económicamente, ni de la rivalidad entre Bolívar y Santander.

Es leyendo textos como éstos que uno descubre el porqué del aburrimiento –y hasta repulsión- que produce la historia en los alumnos de secundaria. Más que como un texto de historia debería ser tomado como una versión libre y sesgada escrita por un par de hombres que se niegan a aceptar que el ser humano es bifacial y que los héroes no son enviados divinos. Más que historia, es una burda y ciega apología a una suerte de personajes que la necesidad de sentirse protegido por un pasado noble y limpio ha construido a lo largo de los años.

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